EMOTIVIDAD
Muchos
de los que me conocen dirán con toda certeza que soy bastante renegona y
atolondrada entre otras cosas. Quizás los que me conocen un poquito más dirán
que en el fondo soy algo sentimental. Pero nunca que soy llorona y cursi.
Creo
que solo dos películas y un libro me han hecho llorar a mares en toda mi vida.
No es mi estilo, la emotividad extrema no va conmigo. Son muy pocas las veces
que tengo los típicos sueños de princesa en lo alto de una torre soñando con su
príncipe azul. Pero tengo que confesar
que eso ha cambiado un poco en las últimas semanas.
Extrañamente
me he vuelto sensible. Hormonas le dicen. Sentimentalismo durante el embarazo. Y
no son cuentos de vieja. Veo cualquier película y tengo ganas de llorar, pero
de llorar a cántaros. Me acuerdo de un episodio triste y las lágrimas se me
caen. Pero sobre todo, cuando extraño a mi esposo es cuando me pongo peor. Él
tiene que viajar por trabajo un par de días al mes. Son viajes cortos pero yo
me pongo fatal. De la nada me deprimo, me angustio y me largo en llanto. Al par
de minutos me doy cuenta y trato de detenerme sin resultados.
Mi
emotividad esta en lo más alto y no sé cómo serenarme. Incluso se me hacen
agüita los ojos con una noticia feliz. Suspiro, sonrío y lloro……no!!! Me lavo
la cara y me doy un par de cachetaditas. “El que la sigue la consigue” y tengo
que conseguir dejar de llorar. Espero que esto pase pronto. No me siento cómoda
siendo una llorona. Quiero que mis hormonas se relajen y volver a ser la de
antes. Lágrimas aléjense de mí.
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