ESSALUD
Si les
digo que tengo un rechazo casi visceral hacia casi todas las entidades públicas
creo que es comprensible. No tienen buena fama las pobres, ni buen trato. Creo
que son mayores sus defectos que sus virtudes. Pero nunca es tarde para darles
una segunda oportunidad.
Por
incansable insistencia de una persona muy cercana, a la que estimo mucho, y que
es hincha número uno del estado; decidí a principios de mi embarazo, hacerme
algunos chequeos en Essalud. – Aprovecha hijita – me decía – es gratis y no
está demás tener una segunda opinión.
Así
que encomendada a la santa paciencia, traté de sacar una cita por teléfono como
Dios manda. Me canse de llamar durante un par de semanas – Lo siento – me decía
la señorita al teléfono – no hay citas hasta dentro de dos meses – y colgaba.
No me rendí y fui a buscar mi cita en persona. Menudo viaje hasta mi centro de
atención en La Molina. Cola gigantesca. Nueva negativa, hasta que un milagro me
dio una cita para dentro de un mes.
Llego
el día de la cita, me mandaron a sacarme análisis de sangre y orina. Pese al
dicho “al que madruga, Dios lo ayuda” mis exámenes en ayunas se repitieron casi
tres veces por error de tipeo y por muestras contaminadas con otras. Me
mandaron con la obstetriz y luego con el ginecólogo para luego regresar con la
obstetriz porque no hay suficientes ginecólogos. El ecógrafo no fue muy atento
ni oportuno en sus comentarios sobre mi bebé y cuando conseguí la ansiada cita
con el ginecólogo, era día de huelga nacional, por lo que no me atendieron. Un
mega enredo estatal.

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