viernes, 30 de noviembre de 2012


ASIENTO RESERVADO

La educación cívica en el Perú es una cosa de locos, en los noventas se dictaba en curso y para el 2000 desapareció como por arte de magia. Nadie sabe la razón de la ausencia y no fue por haber aprendido la lección.  Nuestro civismo esta por los suelos en líneas generales. No pensamos en los demás, siempre buscamos nuestra propia conveniencia. Son muy pocos los buenos ciudadanos de la gran Lima. El civismo se fue al tacho y sobre todo en las reglas de tránsito y el transporte urbano.

La cultura combi nos invade pero olvidándose de la urbanidad y buenos modales. La sociedad se junta en el paradero y en el micro presentando un panorama desolador. Se encoje lo bueno predominando lo malo. Murió la caballerosidad y triunfó la vulgaridad. Eso de las damas y nos niños primero está en el olvido.

Mi barriga de embarazada no fue pequeña, así que si subía a algún micro era obvio que necesitaba el asiento reservado. No hacía falta preguntar. Sin embargo muchas veces era invisible.  De repente no use mucha ropa de embazada que me delatara, pero mi panza aun así se notaba. Creo que necesita un cartel. O mejor aún, tenía que gritarlo a los cuatro vientos. Bebé que no llora no mama, dice el dicho, y yo lloraba por una asiento vacío.

En el transporte público limeño me toco de todo: en algunos muy educados,  me daban el asiento a la primera, en otros el cobrador obligaba a que me den el asiento, algunas veces era un pasajero el que obligaba al cobrador a que me dieran el asiento y también me toco micros en donde nunca me dieron el asiento.

Ahora que estoy con mi bebita en brazos, ¿seguiré siendo invisible? ¿Me darán el asiento reservado? Curso de educación cívica obligatorio para todos por favor. Mejor me voy a pie. Bajo por favor. Pie derecho me dice. ¡Qué horror!

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