viernes, 9 de noviembre de 2012


POST PARTO

Luego de varias semanas de ausencia y de descanso, aquí vuelve mi querido blog a hacer de las suyas. Pese a que sigo adolorida y tremendamente ocupada, extraño mucho escribir por lo que me daré, siempre que pueda, un tiempito para contar mis historias a mi gusto y forma. Gracias por soportarme.

El doctor dijo tres semanas de reposo. Las sabias señoras de mi tierra dijeron cuarenta días de descanso. El doctor dijo dieta normal; las queridas señoras dijeron no comas esto y aquello porque es malo, se lo pasas en la leche al bebé. Por último el doctor dijo que realizara mi rutina normal; pero las lindas señoras del pueblo dijeron nada de lavar, menos con agua fría por que se te corta la leche.

Ciencia exacta y comprobada o tradición popular. ¿Qué es lo más indicado? ¿A quién escucho? Me duele tanto todo el cuerpo que les haré caso a todos. Y es que esto de ser madre no es fácil. Ya sea por parto natural o por cesaría el asunto no es cosa de juego. El organismo experimentó una serie de cambios durante el embarazo y ahora todo tiene que volver a la normalidad. Algunos dicen que nunca vuelve a ser como antes. Otros que es un nuevo embarazo, que el cuerpo necesita mínimo nueves meses para estar como al principio. Lo cierto es que sigo distinta y confundida. Nuevos retos corporales aparecen y yo ya no puedo más. Quiero más medicamentos o más consejitos de abuela para sentirme bien. Quiero hacer de todo pero al primer movimiento mis músculos me dicen: Alto!!!

Esto se complica por las pocas horas de sueño y el desgaste producido por pañales y demás. Es un círculo vicioso. Cada dos horas pañal y teta. Cero descanso, nada de reposo. ¿Cómo puedo recuperarme? Auxilio, necesito ayuda  por favor. La ayuda llega pero el dolor no se va. El cuerpo tiene que acostumbrarse al nuevo ritmo. La rutina será diferente de ahora en adelante y solo hay una forma de afrontarla. Una sola manera para que todo pase. El secreto está en la fuerza que tiene cada mamá. Me he convertido en madre y ahora siento una felicidad inmensa que hace que todo desaparezca. Estoy muy cansada para todo, menos para abrazar a mi hijita y llenarla de besos. Sus sonrisas son como vitaminas, e hicieron que estos cuarenta días se pasaran volando. Me siento mejor, pero sobre todo me siento feliz, increíblemente cansada pero eternamente feliz. 

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