TIEMPO
DE OLVIDO
Vivo
pegada al calendario, soy una adicta total a la agenda, escribo diarios hace
mucho, en fin siempre estoy ordenando y controlando todo lo que hago. Tengo un
estricto control del tiempo: sé que es lo que debo hacer cada hora del día. No
se me escapa nada. Y si eso ocurre, si alguien o algo cambia mis planes, entro en crisis total.
No me
gusta mucho la gente improvisada, los que no tienen planes hechos de ante mano.
Confieso que me desesperan un poco los olvidadizos y los que están esperando
algo, a ver qué pasa. Yo prefiero tener siempre algo que hacer: subir, bajar,
ordenar, arreglar, ir, venir, buscar, comprar, pagar, caminar, hacer todo con
mi cronograma al lado.
Que
algo se me olvide de mi lista de actividades es impensable. Que alguien no cumpla
con lo planeado es fastidioso. Pero qué ocurre si la olvidadiza soy
yo... ¡Horror!
Nuevamente
tengo que tragarme mis críticas a mis queridos olvidadizos por culpa de las
hormonas del embarazo. Estoy fatal. Volada total. Me olvidé de la lavandería,
me olvidé de pagar una cuenta, no recordé sacar la cita con el doctor y hasta
dejé plantada a una querida amiga un día.
Dejé
la hornilla de la cocina prendida con el guiso ya listo, me olvidé el celular
en la casa, no recordé donde estaba la mochila verde, no encuentro mis llaves, no tomo las
pastillas y todo se me pasa. ¿Es qué acaso me transforme? ¿Me quedaré así para
siempre?
Si
querida, te has transformado, tu cuerpo
ha cambiado. Sientes que algo se mueve dentro de ti y eso te hace tan feliz que
se abstraes completamente del mundo y entras en un estado de felicidad
absoluto. Vas a ser mamá y no te importa lo demás. Adiós al reloj. Bienvenida
maternidad.